Otros, mantiene el ritmo. Tarea de mate con mate, la clase de hoy. Aunque con el fixture siempre a mano
Muchos chilenos y españoles poblaron las calles del barrio, algunos quizás sufran una de las mayores frustraciones de sus historias mundialistas, por las expectativas que han traído a este partido. Las mismas que nos llevaron a comprar una entrada para decirle a los nietos “Estuvimos ahí”
Avanza el mundial, Sudáfrica está afuera y se nota en las calles, en el precio de las vuvuzelas y las bufandas. Ya las tenemos en 70 rands de los 100 iniciales, las esperamos en 50.
Gran ambiente festivo, pero sobrevuelan nervios, es una final que se juega en dos estadios. Partidazo nos espera. Pasa un escoses con su bandera preguntando quien juega porque cuando compró los tickets tenía un par de whiskies encima. Como si esto fuera poco, enviamos a un representante a visitar las zonas VIP del estadio, que nos saludaba desde su palco, calentito y copa de cava en mano…
En el entretiempo, los chilenos en las tribunas evitan entender lo que pasa, quizás por aquello de que la ignorancia es la fuente de felicidad. Festejan, por las dudas que sean sus últimos 45 minutos en el Mundial. Condorito y su pichón, dan la vuelta al estadio, para que las cámaras no se olviden de ellos.
Los hinchas de ambos equipos festejan por igual. Españoles que se van confiados de haber recuperado el camino, chilenos porque estaban con un pie afuera, y eso no les permite pensar en la chance perdida de evitar el ritmo de samba.
Llegamos a casa, esta vez el hambre amenazaba con combatir el sueño, muy a pesar del avance del cansancio. Hay una marcada sensación de debilidad en el cuerpo. Sin macarones, ni fiambre, ni pretzels, los choferes ofrecieron sus servicios para trasladarse a Hartfield en busca de alimentación rica en proteínas. La espera se hizo larga, un vino cabernet circuló por la mesa, con un poco de queso y maníes.

Finalmente, pasadas largas las doce, llegaron los víveres. Un manjar de muzzarella en cajas dobles, como para que no arriesgar la merma de energías…. No sabemos si era realmente adictiva, pero efectivamente, no quedo ni una porción, a pesar de la hora, que volvía a condicionarnos la nueva jornada, que será muy larga.
Pero…a quien le importa, si los drivers nos terminan sorprendiendo, como si estuviéramos en la semana de la dulzura, con unos helados palito cubiertos de chocolate, que a esta altura, es un postre gourmet.
Finalmente, pasadas largas las doce, llegaron los víveres. Un manjar de muzzarella en cajas dobles, como para que no arriesgar la merma de energías…. No sabemos si era realmente adictiva, pero efectivamente, no quedo ni una porción, a pesar de la hora, que volvía a condicionarnos la nueva jornada, que será muy larga.
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