lunes, 21 de junio de 2010

DIA 3: Es un (manojo de) sentimientos, no (los) puedo paraaaar, ole ole ole

Es muy complicado transmitir con palabras, tan siquiera encontrarlas, cuales son las sensaciones que atraviesan el cuerpo en un día de partido mundialista.

Recordábamos hoy con Pablo el pensamiento que se nos cruzaba en la previa del partido con Inglaterra en el 98: “Sabrán estos ### que acabamos de hacer 11.000 kilómetros para verlos? Mirá si pierden y fue?”.

Ansiedad, nervios, impaciencia, emoción violenta si estamos atrasados, calma en la espera, emoción genuina, alegría, locura, de nuevo nervios….pasión por el fútbol, al menos, esta fiesta del fútbol, para los que todavía decidimos permanecer ingenuos, desinformados del negocio.

Hoy encontramos una imagen que a nuestros ojos, resume todo lo anterior en un gesto, una postura, en la previa, pasado la ansiedad inicial, y con más de una hora y media hasta el partido.

El estadio se fue llenando lentamente, con aquellos en que la ansiedad es más fuerte, que necesidad de estar deambulando afuera? Mejor es ver como se va llenando de gente y color, banderas y camisetas, argentinos y coreanos, sudafricanos y alemanes, gente de todos lados que quieren ver a Messi y sus laderos.
La piel se eriza con los jugadores en la cancha, entrando en calor. Como ningún otro hace, Diego esta con sus jugadores, el todavía lo es, siempre lo será. La segunda vez, cuando la formación se anuncia por las pantallas. Lio es el mejor del mundo, pero Diego es el más grande, y debe ser un caso único que la mayor ovación es cuando se anuncia al “Coach”. Una tercera vez cuando salen los equipos, y llega el himno, con el estadio a pleno (83.343 personas).

La cuarta, pero diferente, es cuando entran los barras pagos, que arrasan con las banderas de los genuinos, que trabajaron largo rato bien temprano para mostrar sus creaciones a la tele.

El partido se juega en campo coreano que arrancan con una formación 4-4-2 pero 10 metros atrás del mediocampo. Con paciencia, juega Argentina, llegan los goles, se pasa a velocidad de la luz de la expectativa, a la euforia, al desconcierto y la bronca por la macana del Micho. A la incertidumbre de los primeros minutos del segundo tiempo, a los músculos que se tensan con un remate coreano, a la garganta que se anuda, (ya se Diego que no había motivo, pero que querés!) a la explosión de la ráfaga final, a la felicidad del cierre de fiesta.

Todo en 90 minutos, más el tercer tiempo que sirve para relajar, para disfrutar, para compartir. Es una costumbre que al estadio lo cerremos nosotros. Como tantas veces, la policía tiene que “invitar” a los hinchas a retirarse. Los voluntarios, ruegan: “Argentinians, please, we want to go!!!”




Nos vamos, el punto de reunión es el Bar Móvil de Quilmes. Por última vez, la bandera se desplegó para los fotógrafos. Es hora de descansar
Y que mejor, que celebrarlo con pizza y cerveza, con el equipo completo!!!

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